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¿Alguna vez han escuchado el sonido del silencio? Si, si, el silencio tiene sonido y es maravilloso, pone en sintonía todo tu ser: cuerpo, mente, alma y espíritu. Es la segunda vez que lo escucho, la primera fue en el desierto del Sáhara hace ya bastantes año, y ahora en Vietnam, en Halong Bay (Dragón Descendente), lugar natural declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Según cuenta una leyenda popular, cundo los vietnamitas guerreaban con los chinos, el Emperador de Jade envió una familia de dragones celestiales para ayudarles en su lucha contra el invasor. Los dragones escupían joyas que se convertían en islotes sobre la bahía, formando una muralla defensiva y provocando el hundimiento de las naves enemigas. Fue de este modo como nacería el país de Vietnam.
Cada mañana, alrededor de toda Asia, sus habitantes comienzan el día con la práctica del Tai chi chuam. Y desde luego, en esta mañana neblinosa que hace de Halong un lugar mágico, me decido a practicarlo yo también con la ayuda de A´nh Dung, nuestro profesor en el junco.
Tras media hora de silenciosa práctica, A´nh me ha enseñado a comprender este quehacer diario para cada hijo de esta parte del continente y que no consiste en otra cosa que en preparar tu cuerpo y tu ser interior para  enfrentar cada nuevo día con armonía, paciencia ante las dificultades y resolución de los conflictos, evitando que gran parte de la carga generada por ello, recaiga sobre tu cuerpo. Yo lo llamaría medicina preventiva.

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